Vivir en el tercer mundo es toda una pirueta,
aquí nadie es escueto,
todos los discursos son una parafernalia ridícula,
una infinita vorágaine de verdades formales.
Soñar en el tercer mundo es:
como mudarse a la habitación de Gregor Samsa
como querer conversar con La Liebre de Marzo
como jugar con Nagini a las muñecas
Pensar en el tercer mundo es:
tirar el banquillo del cadalso
mientras el lazo reposa en el propio cuello
Morir en el tercer mundo es:
casi nacer primero,
como casarse en el segundo,
Salvarse en el tercero...
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