jueves, 6 de junio de 2019

Bicicleta


Ruedas infinitas de emociones,
Cuadros oblongos entre las piernas,
Incandescentes ojos de fantasía
Timones hechos de risas,
Cadenas manchadas de ilusiones.
Inmateriales rueditas de apoyo y sus pedales de angustias maternas.
Tuercas de bailes invertidos,
Parches en gomas circunspectas.
La canción monocromática de artilugios en los aros.
Nubarrones y rayos, charcos salpicados. 

Primera caída.

Frenas una esquina antes de la luna 
y desdibujas las estrellas al derrapar.

Raspas las rodillas de la tierra 
y su sangre se hace lodo cristalino 
y de metal. 

Omóplatos de cónicos compinches 
y un celo que se desvanece en estallidos de burbujas empacadas.

Segunda carrera

El estruendo de la paternidad.

Castigos de calificaciones reprobadas 
y desvencijadas esquinas de techos 
y sótanos. 

Escondites que se van en secretos viajes 
y relojes taciturnos de impiedad. 

Manos grasientas reguladas 
y el sudor lubricando las horquillas. 

El manillar de infinitas velocidades te mirará con culpable complicidad. 

Última acrobacia.

Válvulas de aire denso, caliente 
y vaporoso. 

Monociclo de dos ruedas sostenido por la tarde 
y la mañana 
y el sol. 

Canciones populares 
y antiguas 
y cerrojos abandonados a la oxidación. 

Quijote de dos ruedas regresaste sostenido de ilusas hadas 
y haz caído sobre el antebrazo virgen 
y ahora una férula de galimatícas tintas le servirán de aureola al recuerdo 
y los garabatos de unos años que siempre suspiraras. 

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