Ruedas infinitas de emociones,
Cuadros oblongos entre las piernas,
Incandescentes ojos de fantasía
Timones hechos de risas,
Cadenas manchadas de ilusiones.
Inmateriales rueditas de apoyo y sus pedales de angustias maternas.
Tuercas de bailes invertidos,
Parches en gomas circunspectas.
La canción monocromática de artilugios en los aros.
Nubarrones y rayos, charcos salpicados.
Primera caída.
Frenas una esquina antes de la luna
y desdibujas las estrellas al derrapar.
Raspas las rodillas de la tierra
y su sangre se hace lodo cristalino
y de metal.
Omóplatos de cónicos compinches
y un celo que se desvanece en estallidos de burbujas empacadas.
Segunda carrera
El estruendo de la paternidad.
Castigos de calificaciones reprobadas
y desvencijadas esquinas de techos
y sótanos.
Escondites que se van en secretos viajes
y relojes taciturnos de impiedad.
Manos grasientas reguladas
y el sudor lubricando las horquillas.
El manillar de infinitas velocidades te mirará con culpable complicidad.
Última acrobacia.
Válvulas de aire denso, caliente
y vaporoso.
Monociclo de dos ruedas sostenido por la tarde
y la mañana
y el sol.
Canciones populares
y antiguas
y cerrojos abandonados a la oxidación.
Quijote de dos ruedas regresaste sostenido de ilusas hadas
y haz caído sobre el antebrazo virgen
y ahora una férula de galimatícas tintas le servirán de aureola al recuerdo
y los garabatos de unos años que siempre suspiraras.