sábado, 21 de abril de 2012

Cristal Templado

Durante el tours, los novatos habían escuchado a Lionel Romero señalarles cada lugar en H&D Juristas, desde que entraron por las grandes puertas de cristal reforzado, hasta que llegaron al quincuagésimo octavo piso de la gran torre que alberga los cientos de oficinas de los abogados que integraban el bufete. Lionel Romero era el vicepresidente administrativo, era un joven abogado, inteligente y despierto. A pesar de ser relativamente corto el tiempo que hacia que había egresado de la universidad, era realmente impresionante la forma como había escalado en aquella compañía, que era quizás una de las mas importante de la ciudad.
Al abrir las puertas del ascensor, los doce novatos fueron recibidos por una gran estancia, con una larga pared de cristal al fondo cubierta con blancas cortinas enrollables; iluminada toda por largas lámparas fluorescentes, que daban un tenue brillo violáceo y en el centro doce sillas blancas dispuestas en medialuna, con un pasillo en medio, frente a un gran sillón giratorio.
Agradecería que todos tomaran asiento Dijo Lionel, mientras él mismo se sentaba en el gran sillón negro. Luego de que todos obedecieron, continuó H&D Juristas es un bufete de abogados con mas de siete décadas de calidad y el mejor servicio del mercado y solo estamos interesados en personas que puedan lograr el mismo nivel. H&D está basados en tres solidas premisas, que nos han consolidado en el mercado, creadas por Don Jhon Heartfield fundador de esta compañía…Pasaron como diez segundos antes que con voz lacónica y dramática, Lionel agregara solidez, solidaridad y transparencia.
Lionel se giro sobre su asiento y sacando un control remoto de su elegante traje recto de tres botones, lo apunto a las ventas, haciendo enrollar todas las cortinas, dejando al descubierto un magnifico paisaje de los cientos de edificios que conformaban la gran ciudad.
Miren dijo, señalando la ciudad pero no miren la ciudad, observen algo más cerca, el cristal que los divide de ella, dos irrompibles hojas de cristal templado. Ahora imaginen que la ciudad es un gran campo de batalla y que ese cristal es un gran escudo que los mantiene a salvo, con la especialidad de que les permite observar sin ser lastimados.
De repente Lionel se puso de pie, se quito la chaqueta y la puso sobre el sillón que empujó a un lado. Recogió las mangas de su camisa azul cielo y caminando fue y se paro frente a las puertas del ascensor. Atravesó corriendo el pasillo que formaban los dos grupos de sillas que ocupaban los novato estrellándose contra la gran ventana de cristal. Los principiantes se quedaron fríos mirando las acciones de Lionel y casi padecen un infarto, al verlo chocar contra el cristal, pero respiraron profundos, riendo y aplaudiendo al ver que el cristal se había mostrado impertérrito, haciendo rebotar a Lionel Romero como a una pelota.
―¡Así son las premisas de esta empresa! ―alzando la voz, dijo el abogado siempre que las cumplan se mantendrán seguros aquí dentro.
Lionel siguió haciendo otras exposiciones sobre las modalidades de trabajo y explicando que tenían que hacer para ganar la reputación necesaria para ascender en el mundo del derecho. Respondió todas las preguntas que surgieron haciéndoles ganar confianza a los jóvenes y poniéndose de pie comenzó a saludarlos a todos individualmente. Cuando todos se dirigían al ascensor, uno de esos chicos divertidos y/o extrovertidos, que siempre aparecen en los grupos, quedándose atrás dijo:
Podría repetirlo.
¿Qué cosa, joven?Preguntó Lionel, aunque sospechaba de que se trataba.
El salto respondió.
Claro, lo he hecho cientos de veces ante grupos como ustedes y diciendo esto, volvió a quitarse la chaqueta y poniéndose en posición semi-incorporado, como los corredores olímpicos, salió casi disparado hacia la ventana y dando un salto choco contra el cristal y lo atravesó. Contrario a las ocasiones anteriores, esta vez el cristal cedió, rompiéndose en miles de pequeños granos de vidrio, que junto al grito aterrador de una de las noveles abogadas, acompañaron a Lionel hasta la acera durante al menos diez segundos.
Mientras caía, todos los que Lionel había amado pasaron frente a sus ojos como en una película, luego sintió que se desmayaba y al final oscuridad, silencio y vacío.

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