martes, 16 de marzo de 2010

El Llanto.



Pasos serenos a través del pasillo.

Sombrío el momento,
la penumbra patrona.
de pared a pared.

La luz tenue del fanal,
recorre el piso desde las manos.

Las puertas de madera,
presumidas;

Mirando con menosprecio el atrevido.

Rendijas de luz,
resquicios de oscuridad.

El lamento se escucha,
menoscabando la lobreguez,
compartiendo el mismo espacio.

Tras alguna puerta,
una carriola que se balancea sola:
La fuente del llanto.

Los ojos del mentecato,
se asoman curiosos,
no dan crédito,
perciben con descrédito la escena.

La hinchazón del cuerpecito,
lleno de hormigas y sabandijas,
cuencas de ojos vacías,
el desdentado orificio oral.

Las piernas autómatas,
Emulando balas disparadas,
hacia la puerta principal,
empujada con fuerza.

Y la lluvia cae,
burlona,
imprudente,
necia.
riéndose, del atrevido.

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